CAPÍTULO 10:
Cuando me cansé de lanzar cuchillos fui al puesto de hogueras, me pasé un buen rato ahí sin ponerle atención al entrenador, no iba a necesitar tantos conocimientos, seguramente tendríamos suministros de sobra. Estaba muy concentrado en cada movimiento de los demás jugadores, tratando de averiguar sus estrategias. Entonces alguien tocó mi hombro -Clove- dijo Cato como si nada -Hora de comer- Asentí con mi cabeza y lo seguí hasta una mesa donde los demás profesionales ya estaban sentados. Los chicos estaban diciendo bromas y todos reíamos exageradamente, obviamente con la intención de llamar la atención e intimidar a los demás tributos. Esa es la estrategia, aunque me parezca defectuosa Shags y Brutus aseguran que, aunque no es perfecta es la correcta. Cuando por fin se hace de noche todos los tributos subimos a nuestro respectivo piso, estoy cansada así que me doy un baño y me siento en el pasillo, abro una ventana y dejo que el aire seque mi cabello. Cato se sienta a mi lado, ni siquiera lo noté llegar. Siento la misma sensación incómoda pero placentera en el estómago, esa que solo me produce Cato. Sin embargo estoy molesta porque él y Glimmer se la pasaron todo el día juntos.
-Escucha Clove...- empieza a decir Cato, pero yo lo interrumpo. -No tengo nada que escuchar- me levanto a toda prisa y regreso a mi habitación.
Estoy devuelta en la habitación sin saber qué hacer. Decido ir al comedor y esperar a que sirvan la cena. Camino lentamente por el pasillo entonces alguien me jala del brazo con una fuerza increíble, trato de gritar pero me pone una mano en la boca. Enseguida reconozco esos dedos. Cato.
-Escucha Clove...- empieza a decir Cato, pero yo lo interrumpo. -No tengo nada que escuchar- me levanto a toda prisa y regreso a mi habitación.
Estoy devuelta en la habitación sin saber qué hacer. Decido ir al comedor y esperar a que sirvan la cena. Camino lentamente por el pasillo entonces alguien me jala del brazo con una fuerza increíble, trato de gritar pero me pone una mano en la boca. Enseguida reconozco esos dedos. Cato.